martes, 7 de abril de 2020

EL MUNDO POR EL QUE LUCHAR


Lo bueno del futuro es que se puede cambiar. Aunque la catástrofe económica en que nos han metido con la trampa de Wuhan es ya inevitable, podemos todavía luchar por un porvenir en que haya libertad y la distribución de los recursos sea más justa.

Sería bueno analizar qué es lo que queremos conservar del mundo anterior a Wuhan y qué otras cosas deberíamos cambiar. Entre las cosas a eliminar, todos los factores que han llevado a esta catástrofe.

Como ciudadanos del mundo deberíamos ser capaces de luchar por un mundo más equitativo en el reparto de la riqueza. La acumulación de dinero y poder en manos de unos pocos lleva a la injusticia y al desastre. Así, el futuro debería ver una humanidad donde nadie carezca de lo básico para vivir, ni tenga tanto que pueda imponerse a los demás. Esto aplicado tanto a individuos como a naciones.

La sobreexplotación del planeta es otro punto inaceptable. Hay que buscar un modelo económico que premie la conservación del medio ambiente antes que cualquier 'desarrollo económico' a toda costa.

El cambio a energías renovables, combatiendo el cambio climático, sería una consecuencia lógica del punto anterior.

El capitalismo salvaje queda excluído como modelo, pues es incompatible con la equidad la conservación ecológica y la previsión de males globales cuya necesidad se ha hecho patente en la crisis actual.

Por otra parte la gestión centralizada de la economía por parte de un estado demasiado fuerte lleva la pérdida de las libertades. Un futuro con la población vigilada y sometida es una distopía de manual. Debe preservarse al individuo frente al poder.

En cuanto a las ideologías a esperar en un mundo más justo, tampoco parece deseable un mundo con nacionalismos exacerbados, pues ello acaba derivando a la guerra entre pueblos.

¿Cómo lograr el equilibrio entre todos estos aspectos?

Recordemos que ahora mismo estamos metidos en la trampa: justo tenemos lo peor de todos los modelos, con estados derivando al autoritarismo, individuos sometidos por el miedo con la excusa del 'bien común', las grandes corporaciones y estados mastodónticos manejando la política mundial y primando sus intereses frente a la vida en el planeta. Estamos a las puertas del infierno si no espabilamos.

Para un mundo mejor, deberíamos aspirar a disgregar esas grandes megafortunas y a reducir el poder de los estados.

La libre empresa debe protegerse, pero con límites que impidan la acumulación excesiva en pocas manos. Así, los emprendedores deberían ceder a la sociedad cada vez mayor parte de sus beneficios conforme crezcan sus empresas. El modelo de impuestos obligatorios ha demostrado ser insuficiente, deberíamos ser capaces de articular una forma segura de redistribuir las fortunas disparatadas.

Aquí la clave está en la educación. Si los emprendedores del futuro entienden que el objetivo es beneficiar al mundo, y evitamos que psicópatas puedan prosperar a base de aplastar a los demás, podemos llegar a eliminar el peligro de las corporaciones destructivas.

En cuanto al poder estatal, debería descansar en el pueblo. Ello necesita una auténtica democracia, no la falsa democracia representativa donde los políticos son una casta aparte con demasiada tendencia a venderse a otros intereses. Una DEMOCRACIA real sería aquella en que cada decisión importante se tomase por votación entre todos los ciudadanos (no de sólo un parlamento). Ello es posible hoy, por primera vez en la historia, gracias al uso de internet. Eliminar la clase política sería un paso necesario (y difícil, claro) si queremos salir del agujero.

Esas decisiones democráticas 100% requieren de nuevo un pueblo culto, ¡estudiemos, aprendamos! Y para cada tema se contaría con el asesoramiento de científicos o expertos que ofreciesen su opinión para guiarnos.

Una ética ecológica nacería necesariamente de es pueblo más culto y responsable. Un respeto al bien común haría menos necesarias fuerzas policiales, judiciales y de control. Eliminemos los grandes poderes que nos aplastan y aumentemos nuestra cultura, tomemos el control de nuestro futuro y lleguemos por fin a la madurez de la humanidad. Ahora o nunca. Es eso o aceptar la dictadura que nos están imponiendo y que nos lleva a la extinción.

Despierta y Lucha

#YoQuieroSalir


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